Cuando era niño mis padres me llevaron a Pastoruri, aún recuerdo la imponente montaña blanca y sus cavernas de hielo. Lamentablemente no podré repetir esa experiencia con mis hijos. Entre 1995 y 2005, la capa de hielo del Pastoruri se ha reducido en casi 40%, y por causa de ese efecto no existen más las grandes cuevas de hielo.
El tema del medio ambiente y calentamiento global puede verse como algo lejano y ajeno, pero los efectos se reflejan cada vez más en nuestra vida cotidiana.
Aunque parezca un escenario apocalíptico, el 2020 (2 períodos presidenciales) Lima dejará de ser una ciudad donde alguien cuerdo elegiría para vivir. En 11 años habrán desaparecido todos los glaciares peruanos por debajo de los 5500 metros. No existirá más un Pastoruri ni una cordillera blanca ni ningún lugar donde escalar y ver nieve. Esto traerá como consecuencia la inmediata escasez de agua a niveles críticos en nuestro país pues el 60% de nuestra población depende de esos glaciares para vivir. Además el 70% de la energía eléctrica de Perú se genera en plantas hidroeléctricas.
¿Sin agua ni electricidad como podremos sobrevivir? Si bien el primer efecto de la desaparición de nuestros glaciares podría ser un incremento en los torrentes de los ríos (y crear la falsa ilusión de abundancia de agua), a mediano plazo nos golpearemos con la dura realidad: las ciudades de la Costa, donde se concentra el 54,6% de la población dejarán de ser lugares habitables.
A pesar de eso, nuestras ciudades siguen creciendo horizontalmente, personas que buscan una mejor vida en las grandes ciudades invaden arenales y cerros creyendo que su destino será mejor en la capital que seguir en las zonas rurales. El crecimiento horizontal de las ciudades demanda altos costos pues es necesario instalar más kilometros de tuberías de agua, desagüe y tendido de cables eléctricos. Si crecieramos verticalmente tal vez podríamos ahorrar en costos de infraestructura, pero eso implica pedir que nuestras autoridades piensen y planifiquen el crecimiento de nuestras ciudades (lo cual es pedirle peras al olmo).
Este problema no solo afecta a nuestro país. Perú alberga el 70% de los glaciales tropicales del MUNDO, y su inminente desaparición afectará duramente a todos los continentes, castigando con mayor fuerza a las regiones más pobres del mundo (África y Latinoamérica).
En un esfuerzo para combatir este desastre global, el Banco Mundial ha destinado el año pasado un fondo combinado de 32 millones de dólares para tratar de salvar los Andes de Bolivia, Ecuador y Perú. La cifra puede parecer grande, pero si la comparamos con el presupuesto de los chinos para salvar los Himalayas (2.300 millones de dólares) no es nada.
¿Qué hacer?
Además de las clásicas campañas de ahorrar agua, reciclar, etc es necesario grandes cambios. Es verdad que Perú al lado de otros países no genera tanta contaminación, pero poseemos en nuestro territorio recursos naturales que afectan el equilibrio de todo el planeta. Somos uno de los pocos países que tiene el rol de ser la última línea de defensa entre el desastre global y la supervivencia de la humanidad.
Lamentablemente nuestro presupuesto es ajustado, y la mayoría del dinero del mundo está irónicamente en los países que más contaminan en el mundo. Pero algo que si podemos hacer es cambiar la orientación del país, y apuntar a ser un innovador en temas de energías limpias, renovables, reducir al mínimo la contaminación que producimos, crear ciudades ecológicas, movilizar a la población a ciudades más eficientes en el manejo de sus recursos.
¿Estarán nuestras autoridades a la altura de semejante reto? Sabemos que el actual gobierno está trabajando una alianza con Brasil para crear más centrales hidroeléctricas, destinando la mayoría de los recursos para Brasil (pues es quien más dinero invertirá en esto), pero la pregunta es: ¿como se invertirá ese dinero? ciudades modelos como Dubai hacen inversiones millonarias para su supervivencia a largo plazo. Ese dinero viene de la explotación del petróleo, pero si algo les queda claro es que el futuro NO es el petróleo.
De la misma forma, el futuro del Perú NO puede ser la explotación indefinida de sus recursos naturales. En muy pocos años la naturaleza nos pasará la factura, y si no tenemos un plan estratégico, lo único que obtendremos es un crecimiento explosivo de pobres, todo lo avanzado en el campo económico en los últimos 17 años se irá al diablo.
La lucha actual es sacar a la mayor cantidad de personas de la pobreza, pero además necesitamos un plan sostenible para que no regresen a la miseria. Para ello hace falta tomar grandes decisiones. Personalmente considero que ya se nos pasó el coche de la industrialización y no deberíamos intentar alcanzarlo, sino saltar de una vez al siguiente nivel, poner nuestros ojos en lo que están haciendo los países vanguardistas en temas de comunidades ecológicas, ciudades inteligentes y promover masivamente la industria del conocimiento, mientras perfeccionamos el sector de los servicios para asegurar nuestro presente.
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Este post es parte de Blog Action Day 09